Nuestra visión del cosmos
En 1835, el filósofo francés Auguste Comte afirmó que nadie sabría nunca
de qué estaban hechas las estrellas. «Concebimos la posibilidad de
determinar sus formas, sus distancias, sus tamaños y sus movimientos»,
escribió, «pero nunca tendremos manera de estudiar su composición
química o su estructura mineralógica, y menos aún la naturaleza de los
cuerpos organizados que vivan en su superficie».
Los descubrimientos realizados desde entonces dejarían a Comte sin
palabras. Hoy sabemos que el universo es mucho más grande y extraño de
lo que nadie sospechaba: no solo se extiende más allá de la Vía Láctea y da
cabida a innumerables galaxias —lo que habría sorprendido a los
astrónomos del siglo XIX y principios del XX, para quienes nuestra
galaxia era «el universo»—, sino que además se expande cada vez más
rápido.